sábado, 23 de octubre de 2010

DESENCUENTROS DEL AMOR

Querido amigo:
Te sientes herido, abandonado, hijo limitrofe del viejo hombre que ronda tu corazón.
Tu aparente disposición al diálogo, es como la gracia metálica del agua.
No obstante, arrinconas a tu compañera, transformada en aguda rival que se queda dormida ante la feroz insistencia que te pierde en cada desencuentro.
El amor aciago salió de vuestras bocas, pero hace muchas lunas y variados inviernos que vuestro deseo, se deslizó en un aliento fugaz, mientras revoloteaban ombligos en vertientes monacales de la tristeza del pómulo morado entre el decirlo y el callarlo.
Quién no transpiró alguna vez el alma a cuestas y, sentidamente extraños nos llamamos a través de la niebla, mientras percibimos vidas compartidas, coleando frecuencias rumiantes y adioses empolvándose las narices.
No está mal, mirar de frente y escuchar de costado, pero nadie espera a su sombra acuartelado, ni a la nostalgia del perdido regazo entrecortado, olvidado en secreto y en desorden, sin saberlo.
Yace así la cuerda al pie del violín: Hablando en voz baja del relámpago que atraviesa la cotidianeidad perdida en palos de ciego que no justifican la venganza mutua por siglos de estéril resuello salomónico.
Te ves aclimatado al bien, mórbidamente doblado en el cebo carnal y al híbrido juego de copas donde concluye el destino. Has comido y bebido alternativamente de moleculas de goce y lecho entrecortado de angustia.
Después de dictados en magnificas rosas del desamparo, salen a tu encuentro afanes legislativos acerca de historias recientes y minúsculas, inclinando tu alma al peso del rencor atribulado, pleno de humeantes sílabas que recuerdan tus amores, ausentes.
Considera la crisis tuya, suma y sigue. No hay error más racional que tu experiencia.
Despiertas conmovido y no te asomas a sus ojos, mientras te deslizass gateando sus muslos ,abiertos a la sed de oraciones pasivas en medio de socavones y silbidos técnicos.
Les toca crecer, abandonar la miel del oso envenenado en la noche boreal, mientras huyes de la muerte, sentada al borde del mar.
No esperes la belleza invisible en la tempestad, mirándote del otro lado de la periferia universal.

2 comentarios:

  1. Qué se hace con la vida cuando se tiene a la sombra acuartelada?los rencores y el goce de un secreto desorden tiene que aparecer en la mirada,o visión del pómulo amoratado. La tempestad arrecia en los ojos de la violencia. Excelente ,como siempre que te leo aprendo. BESOS AMIGO

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  2. claudia, gracias por tus palabras, amiga, un beso

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