jueves, 17 de diciembre de 2009

LOS RUFIANES MELANCÓLICOS

El grupo, sentado alrededor del fuego, sentía cierto desánimo aquella noche: había pasado una semana sin descubrir rastros de creación alguna. Habíamos cantado leyendas, relatamos aventuras de extrañas frases y el viento comenzaba solapadamente, a helar las costas, el silencio de la inmensidad se desplegaba sobre nuestras cabezas.
Esa noche, recordé lo que me sucedió después de un episodio de amnesia, una caída en la memoria me conmocionó. Luego de la experiencia del olvido total, mi concepción del tiempo-mi capacidad para distinguir entre sucesión y simultáneidad- había sufrido una sutil alteración.
Me forjaba quiméricas ideas, sobre la posibilidad de vivir en una época determinada, y proyectar mi espíritu por toda la eternidad, para conocer edades pasadas y futuras, salvando abismos de millones de años, y estudiaba en bibliotecas perdidas que conservaban inumerables textos, además de grabados que resumian la historia de la tierra. En ellos, se describía cada una de las especies que existieron o llegarían a existir, con especial referencia a sus artes, sus realizaciones, sus lenguas y su psiquismo.
De tal modo, que continuamente, me acosaban sueños vagos en curiosas ideas, y cuando estallaban guerras, mi interés se orientaba hacia diferentes civilizaciones y así, me di cuenta que consideraba los tiempos y los sucesos, de manera sumamente singular.
Una vez disipado el aturdimiento del espíritu del olvido, perdido el miedo a las formas novedosas, pude vislumbrar que se podían estudiar misterios insondables del planeta-capítulos concluídos de pasados inconcebiblemente remotos y torbellinos vertiginosos del tiempo por venir-que constituyen la suprema experiencia de la vida.
En ocasiones, era inducido, por poderes psíquicos, a reunirme con otras inteligencias procedentes del futuro; de este modo, era posible cambiar impresiones con otros seres de cien mil o un millón de años antes o después, de sus propias épocas.
A todos se nos invitaba a escribir, cada uno en su lengua; la consigna, era que debíamos presentar informes detallados de nuestros respectivos períodos, los cuales pasaban a engrosar los grandes archivos centrales. Así, conocí a ciertos seres, llamados los desterrados a perpetuidad, seres del futuro abocados a la muerte, que tenían como misión, evitar la extinción de sus iluminaciones. Estos sujetos, conocidos como los rufianes melancólicos, no eran tan numerosos, como aparentemente era de esperar, y tenían la característica de que era capaces de proyectarse indefinidamente, hacia tiempos remotos. De aquellos desdoblamientos duraderos, se habían derivado ejemplos, de algo que en un tiempo llamaban personalidad múltiple, casos curiosos y enigmáticos, recogidos en la historia, incluso en la del género humano.

viernes, 4 de diciembre de 2009

EL DESORDEN ES MI CARCEL

Camino, sin novedad,
entre leves hojas de papel
y albaranes.

Atravieso esquinas,
cabezas furiosas
que no desean dosificarse
ni trascender,
rejas de una celda.

Doblo estrechos altisonantes,
salidas heroicas,
abiertas al cono inverso
de muescas de corazones,
carnívoros, celo.

Es posible
que no recuerde
resonancias de la piedra
ni la lengua
que comienzo a deletrear,
mientras pujo
y transpiro
el desague jurídico
del crudo enredo.

En humanidades juntas,
la ciudad está en mí
como un poema incabado.

Las calles
perpetúan indecisiones
de caoba, como bocados
de terulias sin comenzar.

Inicio falsas cercanías,
escurriendo
enclaustrados espejos
que corren
detrás de mi alma.
Convincente y sanguínea,
en mañanas
de borrosos aniversarios,
como alegórico instrumento,
mueve proyectos atrapados
en aristas
de mi nombre.

Minuciosa arena,
encierra en su espejo
hilos sutiles
donde acaba
y comienza
un tiempo
imposible.