viernes, 27 de febrero de 2009

¿A DONDE VAS MI AMOR CON TANTOS BRÍOS?

¿A dónde vas mi amor con tantos bríos?
me dijo desde el lecho y lo miré sonriente.
Guardamos silencio al andar.

Nacimos en tiempos de grandes acontecimientos
cuando una guerra o la peste,
lanzaba vahos en la descomposición
o la muerte.

Viejos ladrones de palabras
fruncían el ceño con aire grave afirmando,
que los fantasmas con alas negras de gran envergadura
que habían observado
por encima de bancos de arena y escollos,
eran genios de la tierra y el mar
quienes paseaban vientos en la tempestad.

Se llegaba a decir mientras volábamos
trazando círculos cercanos al sol,
que nos nutríamos
en las más puras
esencias de luz.

Ojos vengadores que las ciencias ignoran,
esparcen llamaradas lívidas,
pasan girando sobre sí mismos,
articulan
palabras desconocidas por el cuerpo
cuando sumergido en el insomnio,
oye la respiración
de vagos rumores de la noche.

Durante siglos
no reconocí límites a mi furor,
y sufrí arrebatos de crueldad
que me volvían insoportable
a quien se presentaba a mi mirada salvaje,
si acaso sentía
que se trataba
de alguien de mi raza.

En tanto desarmo el engranaje
de refinados suplicios,
cuéntales alguna mentira
que sirva de pasto a la leyenda
de seres de hermososo ojos vacunos.

Tampoco quiero molestarte.
Sólo
dejar constancia.

domingo, 22 de febrero de 2009

DICTADOS DEL CORAZÓN

Querido amigo:
Sí, es cierto, lo estás intentando y, además, no quieres pasar a la siguiente página. Ella con su silencio ha llegado hasta aquí, es decir, hasta una cierta edad de sus hijos. Ahora ya no le sirve esa estrategia y, por otra parte, quiere otros aires, otros sentidos la seducen. Te sientes herido, abandonado hijo limitrofe, del viejo hombre que ronda tu alma.
Te digo más: tu aparente disposición al diálogo,es como la gracia metálica del agua. No obstante, te la pasas arrinconando a tu compañera, transformada en aguda rival que se queda dormida, ante la feroz insistencia que te pierde en cada desencuentro.
Un amor aciago salió de vuestras bocas, pero hace muchas lunas y variados inviernos que vuestro deseo, se deslizó en un aliento fugaz, mientras revoloteaba un ombligo en sus vertientes más monacales, caminantes de la tristeza del pómulo morado entre decirlo y callarlo.
Todos transpiramos alguna vez el alma a cuestas, y sentidamente extraños nos llamamos a través de la niebla, mientras lo que percibimos como vida compartida, quedaba coleando en frecuencias rumiantes y adioses empolvándose las narices.
No está mal, mirar de frente y escuchar de costado, pero no es bueno esperar a nuestra sombra acuartelado, ni a la nostalgia del perdido regazo de una madre, que casi has mantenido entrecortado, olvidado en secreto y en desorden, sin saberlo.
Yace así la cuerda al píe del violín. Cuanto intentaron decir algo, dando voces y haciendo como que hablaban del relámpago que atravesaba la cotidianeidad perdida, daban palos de ciego en las supuestas malas causas, que en verdad, no justificarían la serie de venganzas mutuas en el siglo de estéril resuello salomónico.
Junto a recuerdos lejanos, te ves aclimatado al bien, mórbidamente doblado en el cebo carnal y el híbrido juego de copas, donde acaban en moscas los destinos. Sin embargo has comido y bebido, aternativamente de sus moléculas de goce y del lecho entrecortado de la angustia.
Después de los dictados del corazón, queriendo embotellar magnificas rosas del desamparo, salen a tu encuentro, afanes legislativos acerca de historias recientes y minúsculas, mientras inclinas tu vida al peso del rencor atribulado sobre la tierra hermosa, plena de humeantes sílabas que recuerdan a tu patria, ausente y lejana. Considera la crisis tuya, suma y sigue.
Embriaguez sobra y no hay razón en la locura, ni en tu despliegue muscular. Debes saber que no hay error más racional que tu experiencia.
Despiertas conmovido en sueños que no se atreven a asomarse a tus ojos, mientras te deslizas gateando a la nave de sus muslos ,abiertos a la sed de tu oración pasiva. Casi sin darte cuenta, la espías mientras duerme, y en medio de un socavón de silbidos técnicos, atraviesas un combate singular entre el pecho y el cielo.
A lo mejor te toca crecer y no solamente envejecer, abandonar la miel del oso envenenado por la noche boreal, mientras huye de la muerte sentada al borde del mar.
Rompe amarras y que tu paisaje se transforme en vuelo. No esperes a nadie en un rincón del siglo que pasa y no escondas en cálidas regiones, la belleza invisible a la tempestad mirándote del otro lado de la periferia universal.

viernes, 20 de febrero de 2009

HORAS ANONIMAS

Me extravío en días,palabras alborotadas,
silencios del paisaje solemne.
Acostumbrado a la angustia recojo señales sinuosas.
Pulso de imágenes
derrumbando ilusiones en vísceras que te roen los días.
Mis venenos fuera de sitio.
Fuera del bullicio de las gentes
de las luces del boulevard de diseño.
Muertes programadas por bancos
y una salud en cápsulas de inodoro.
Duchas de papel invitando al vómito perpetuo,
condena del tropiezo, apremio de seguir vivo.
Oculto entre ruidos,sombras de lo hueco,
disgrego el culto a las cenizas
en vocablos de vejigas platóricas.
Sudores inhabitados, transgrediendo
horas anónimas donde vivir despierta el desorden de los pájaros.
Diques de aliento donde el tiempo reina
la carne vive, desea el poema.
Nacido en grutas olvidadas,
disperso en multitud de rostros
alumbra la tierra y encuentro su acento,
erguido,perforando silencios.
En el centro del bosque,
rueda el olor de la sangre donde existimos.
Seca ya no huele,es polvo en los caminos.
Entre pastores semejantes a mi rastro,
sombras inquietas, curvas movedizas
ajan el correr de los días.
El tiempo no define lo que no sucede.
A mis ojos, somos aquellos de la brisa que alimenta el canto.
Para mi voz, la tuya.

sábado, 14 de febrero de 2009

PSICOANÁLISIS DE LA HISTERIA

Algo a resaltar con Freud, es que demostró al comenzar el siglo 20, que en la histeria no hay espectáculo, no hay tanto que ver ni que dar a ver; algo en lo que las histéricas, no dejaron de sobresalir.
Se trata, en verdad, de la constitución de un sujeto, más allá de que presenten para comenzar, síntomas que en definitiva, deben ser descifrados porque están estructurados como un lenguaje y, en consecuencia, se trata de escucharlos con la oreja adecuada. Debía escuchárselas, porque sus síntomas, estaban construidos como un mensaje cuyo portador ignoraba tanto la autoría como al destinatario.
Dejando de verlo para comenzar a escucharlo, considerando el relato como un producto efecto del trabajo inconsciente, Freud cierra un voyeurismo de cuatro mil años, e inaugura una aproximación rigurosa a la constitución de un sujeto hablante.
Hombre y mujer, la libido es su referencia definitivamente común: hablan aunque no se entiendan.
El modo de tratar la Histeria, es también un indicador de una cultura y un tiempo histórico.
Tratamientos los hubo de todas clases: terapias como un compresor ovárico o más modernamente, estímulos a la autoestima, modificaciones de conducta o cambios de look o bien ahora me acuesto con cualquiera pero no puedo amar a ninguno, o no me como una rosca y no le permito comer a nadie que esté conmigo. De cualquier manera insiste, la histeria siempre retorna.
Es lo que no tiene sitio ni genero, es aparentemente, inclasificable, quiero decir, se discute su existencia, se la cataloga y desclasifica de manuales y legislaciones mundiales de la salud, se las demoniza o bien, se las hace arder en la hoguera de una inquisición cualquiera.
Tal exilio, bien puede leerse como los efectos de una violencia perpetrada en los más íntimo. Allí dónde se constituyen las subjetividades, desde un lugar desde el que nos habla a cada uno, el imposible de la relación sexual.
El síntoma histérico, parece ejemplar y como tal se presenta en la insistencia de un saber no sabido y, de un procesamiento de la subjetividad, afirmado y mantenido a pesar de los posibles desmentidos de las supuestas ciencias de la realidad. Incluso pueden verse actualmente, algunos ejemplos de como usuarios y especialistas sanitarios y parasanitarios, inmersos en el camino que se han trazado, no pueden más que desconocer u olvidar que los síntomas histéricos, tienen valor de metáfora y no solamente representan el escándalo, que viene a perturbar sus procedimientos.
Remitiéndolos como signos de locura, afirman que sólo toleran la amnesia, el exilio de un deseo, cuyas expresiones, por ello no pueden ser entendidas más que como locuras, aunque fueran las suyas propias. La repugnancia a utilizar un lenguaje positivo, responde a la preocupación de evitar el riesgo inherente a su uso, esto es, la constitución de un borde, en relación al cual se trabaja. ¿Los muros del manicomio o de la institución, que corresponda en cada caso, son tan sólidos que desafíen el recuerdo?
¿ O tan frágiles que es necesario evitar explorar sus cimientos?
Si alguien pretende restituirle algo a la histérica, me temo que hará una mueca de desagrado, puesto que restituir es reestablecer, o poner una cosa en su estado anterior o devolver algo a quien lo tenía o volver, al lugar del que se habría salido: es decir a la economía libidinal que produjo la supuesta enfermedad. Es decir, en salud mental, no se trata de recuperar ningún estado, sino de producir nuevas realidades.
También de la histérica se habla, en bares y tabernas y así el lenguaje coloquial,recoge diagnósticos seculares: eso se cura con el matrimonio o no se echó un buen casquete en su vida. Este es un mensaje que se transmite hace siglos, inmutable, a los miembros masculinos de algunas comunidades, respondiendo éstos con una preocupación conmovedora. Responden a ella entendidos y profanos con perseverancia y presución, confiados en el poder curativo del fetiche en el que se autorizan. A veces, hasta puede parecer, que se consigue un cierto orden con esas terapéuticas, pero dejan sin tocar la cuestión, esa interrogación que se abre precisamente en los prejuicios, pero no concluyen allí.
Así, se la puede oír y leer y sin embargo, el maquillaje se desliza desdibujando rostros; violentando la postura y se rasga en la agitación.
El resorte de la realidad cruje y presenta rostros sin máscaras, cuerpos sin forma, una lengua sin voz.