Cerca de grandes bosques,
mi cuerpo medio maduro,
renace
a la sombra de mis gestos.
Estuporess de belleza
en sensaciones,
pregones de lo nuevo
en brazos de saltimbanquis.
Pensarlo,
me enternece
y cuando llaman a la puerta,
despierto en relojes
y sosiegos,
como si nada más
ocurriese,
entre el cielo y la máquina.
Desde la mesa
ilumino prodigios;
luego resulta,
que tienen
un alma dentro.
Y, mientras olvido
el celo analfabeto,
disidentes de cobardías,
crueles y abominables,
me distraen
fiebres locas,
miradas vacías.
Un gran placer leerte. Gracias por enlazarme y por tus palabras.
ResponderEliminarSaludos.
esperanza,bienvenida a estas páginas.
ResponderEliminarun saludo cordial