domingo, 22 de febrero de 2009

DICTADOS DEL CORAZÓN

Querido amigo:
Sí, es cierto, lo estás intentando y, además, no quieres pasar a la siguiente página. Ella con su silencio ha llegado hasta aquí, es decir, hasta una cierta edad de sus hijos. Ahora ya no le sirve esa estrategia y, por otra parte, quiere otros aires, otros sentidos la seducen. Te sientes herido, abandonado hijo limitrofe, del viejo hombre que ronda tu alma.
Te digo más: tu aparente disposición al diálogo,es como la gracia metálica del agua. No obstante, te la pasas arrinconando a tu compañera, transformada en aguda rival que se queda dormida, ante la feroz insistencia que te pierde en cada desencuentro.
Un amor aciago salió de vuestras bocas, pero hace muchas lunas y variados inviernos que vuestro deseo, se deslizó en un aliento fugaz, mientras revoloteaba un ombligo en sus vertientes más monacales, caminantes de la tristeza del pómulo morado entre decirlo y callarlo.
Todos transpiramos alguna vez el alma a cuestas, y sentidamente extraños nos llamamos a través de la niebla, mientras lo que percibimos como vida compartida, quedaba coleando en frecuencias rumiantes y adioses empolvándose las narices.
No está mal, mirar de frente y escuchar de costado, pero no es bueno esperar a nuestra sombra acuartelado, ni a la nostalgia del perdido regazo de una madre, que casi has mantenido entrecortado, olvidado en secreto y en desorden, sin saberlo.
Yace así la cuerda al píe del violín. Cuanto intentaron decir algo, dando voces y haciendo como que hablaban del relámpago que atravesaba la cotidianeidad perdida, daban palos de ciego en las supuestas malas causas, que en verdad, no justificarían la serie de venganzas mutuas en el siglo de estéril resuello salomónico.
Junto a recuerdos lejanos, te ves aclimatado al bien, mórbidamente doblado en el cebo carnal y el híbrido juego de copas, donde acaban en moscas los destinos. Sin embargo has comido y bebido, aternativamente de sus moléculas de goce y del lecho entrecortado de la angustia.
Después de los dictados del corazón, queriendo embotellar magnificas rosas del desamparo, salen a tu encuentro, afanes legislativos acerca de historias recientes y minúsculas, mientras inclinas tu vida al peso del rencor atribulado sobre la tierra hermosa, plena de humeantes sílabas que recuerdan a tu patria, ausente y lejana. Considera la crisis tuya, suma y sigue.
Embriaguez sobra y no hay razón en la locura, ni en tu despliegue muscular. Debes saber que no hay error más racional que tu experiencia.
Despiertas conmovido en sueños que no se atreven a asomarse a tus ojos, mientras te deslizas gateando a la nave de sus muslos ,abiertos a la sed de tu oración pasiva. Casi sin darte cuenta, la espías mientras duerme, y en medio de un socavón de silbidos técnicos, atraviesas un combate singular entre el pecho y el cielo.
A lo mejor te toca crecer y no solamente envejecer, abandonar la miel del oso envenenado por la noche boreal, mientras huye de la muerte sentada al borde del mar.
Rompe amarras y que tu paisaje se transforme en vuelo. No esperes a nadie en un rincón del siglo que pasa y no escondas en cálidas regiones, la belleza invisible a la tempestad mirándote del otro lado de la periferia universal.

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