En cisternas de la memoria,
tembloroso y fosforescente,
libero
rituales mecánicos y escorpiones,
rompiendo cabezas.
En mares desgarrados,
atravieso jeroglíficos de cuerpos
que no llegaron jamas a escribirse.
Y en escenarios de cenizas,
visto trajes antiguos
mientras me pregunto:
¿Qué es la realidad?
¿Y el algebra del alma,
cómo se conjuga?
Los hombres
locos aullando como lobos,
están suspendidos
entre ramas de tibios soles extranjeros,
caen como hojas sangrientas
de patrias lejanas
en actos lúgubres,
que, bien mirados, a veces,
causan gracia.
Me decía: no tengas miedo.
La palabra, veloz, en círculos fugaces
llama al abrazo,
en efímeras noches vacías.
Viajo en espejos enamorados,
encuentro golpes en tumbas
que deletrean el cortejo
de muñecas de corazones
en caleidoscopios,
aleteando mis ojos azules
reflejando ausencias
de mendigos de amor.
Y mi cabeza inclinada,
como sauce sobre un río,
recuerda cantos
de gentes perdidas
en silenciosas
ciudades en ruinas.
Desde entonces,
comencé a morir:
escribo con las pupilas abiertas,
escucho mis voces
y abandono el coro de los muertos.
Excelentes versos.
ResponderEliminarDa gusto leer tan hermosa combinación de palabras.
Te felicito.
Saludos.
Y mi cabeza inclinada,
ResponderEliminarcomo sauce sobre un río,
recuerda cantos
de gentes perdidas
en silenciosas
ciudades en ruinas.
qué imagen poética tan clara.
me encantó.
un beso
Darson Joyce, gracias por tu interesante comentario.
ResponderEliminarMe alegra que te guste la combinación.
Un saludo cordial
Seda, los versos que destacas, siempre me hacen revalorizarlos. Gracias.
ResponderEliminarun beso
Cada verso, por sí es hermoso, hasta darle en conjunto vida, a este hermoso poema.
ResponderEliminarGracias, Jaime, por sus palabras escritas, dejadas hace unos días en mi blog.
un beso
MªTeresa Alejandra Francesca, me alegra que te guste. Gracias por pasarte por aquí.
ResponderEliminarUn beso