Estilizadas almas del mar, merodeando un agudo pacto, profundo y perfumado en la creación.
Aguardábamos turnos para sentarnos y tener a nuestro alcance todo tipo de frutos del país y cofres abiertos, para colmar nuestra ansia mucho más allá de lo necesario. Sin embargo no había nada que temer solo estaba el pasado. Más bien, era imprescindible empaquetar los recuerdos y archivarlos en defensa propia horadando la madera virgen.
Empezando a volver, no se vuelve hacia atrás porque es imposible.
Una visión más dramática que una ilusión, un espejismo circular.
Empezando a recorrer caminos de iniciación cada vez donde los muros que fueron de piedra mutan en transparencias que permiten visualizar el otro lado de la mesa y el mantel, al encontrarnos.